Mandato
Les dijimos que abrieran sus corazones:
-Abran sus corazones! Gritaron al unísono las voces. Dos veces en un mes les dijieron que debían abrir el corazón y sin titubear predicaron el mandato:
-Trabajen en la apertura. Relajen los hombros y el diafragma, estiren el cuello, abran el esternón. Deténganse a escuchar el corazón, sientan las rítmicas de cada momento.
Observen su calor.
Emanen color.